Pérdida de masa muscular en pacientes oncológicos: cómo frenarla con ejercicio

La pérdida de masa muscular es una de las consecuencias más frecuentes —y menos visibilizadas— del cáncer y sus tratamientos. No solo afecta al aspecto físico, sino también a la capacidad funcional, la tolerancia a la quimioterapia y la calidad de vida del paciente.

El cuerpo cambia, y con él, la percepción que tenemos de nosotros mismos. Pero esto no es irreversible: el ejercicio físico adaptado puede ser una herramienta clave para frenar e incluso revertir la pérdida muscular durante el cáncer.

En este artículo te explico por qué se produce, qué consecuencias tiene y cómo puedes intervenir desde el movimiento y la fuerza.

¿Por qué se pierde masa muscular durante el cáncer?

Causas fisiológicas: inflamación, inactividad, desnutrición, tratamientos

Durante el proceso oncológico, el cuerpo atraviesa una tormenta metabólica. La inflamación crónica, la reducción de la actividad física y los efectos secundarios de tratamientos como la quimioterapia o la radioterapia generan un entorno catabólico: es decir, el cuerpo descompone más músculo del que construye.

A esto se suma la desnutrición proteica-energética, muy común en pacientes que pierden el apetito o experimentan náuseas persistentes.

Diferencia entre sarcopenia y caquexia

Aunque ambos términos se relacionan con la pérdida de masa muscular, no son lo mismo:

  • Sarcopenia: pérdida progresiva de masa y fuerza muscular, relacionada con la edad o el sedentarismo.
  • Caquexia: síndrome complejo relacionado directamente con el cáncer avanzado, caracterizado por una pérdida de peso involuntaria, inflamación sistémica y atrofia muscular que no se revierte del todo con nutrición.

Ambas condiciones reducen la capacidad funcional del paciente, pero el abordaje con ejercicio puede ser fundamental para mejorar la evolución clínica.

Consecuencias de la pérdida muscular en pacientes con cáncer

Menor tolerancia al tratamiento

La masa muscular actúa como reserva metabólica. Su pérdida está asociada a una menor tolerancia a la quimioterapia, más efectos secundarios y más interrupciones en el tratamiento.

Mayor fatiga, riesgo de caídas y pérdida de autonomía

Con menos músculo, tareas cotidianas como levantarse de la cama, caminar o cargar una bolsa se vuelven extenuantes. La fatiga aumenta, el riesgo de caídas se multiplica, y la independencia del paciente se ve comprometida.

Cómo el ejercicio ayuda a frenar y revertir la pérdida de masa muscular

Evidencia científica actual

Numerosos estudios han demostrado que el ejercicio de fuerza, incluso en pacientes oncológicos con estado general delicado, es seguro, efectivo y mejora la masa y la funcionalidad muscular.

Una revisión publicada en Lancet Oncology señala que los programas de ejercicio supervisado durante el tratamiento oncológico pueden reducir el deterioro muscular hasta en un 30% y mejorar significativamente la calidad de vida.

Tipos de ejercicio recomendados: fuerza, multicomponente y progresión

  • Fuerza: con bandas elásticas, pesas, peso corporal o máquinas.
  • Multicomponente: combina fuerza, equilibrio y trabajo funcional.
  • Progresivo: se adapta al momento clínico y se ajusta de forma gradual.

La frecuencia ideal suele ser 2–3 veces por semana, siempre adaptado por un profesional con formación en ejercicio oncológico.

Nutrición y ejercicio: aliados inseparables

Para generar músculo, no basta con entrenar: el cuerpo necesita proteínas y energía suficientes. Por eso, una intervención completa siempre debe ir de la mano de un equipo multidisciplinar, que combine nutrición clínica y ejercicio adaptado.

Caso clínico: cuando la fuerza marca la diferencia

Marcos, 62 años, diagnosticado con cáncer de pulmón estadio III, llegó a consulta tras perder 8 kg en dos meses, con fatiga constante y dificultad para caminar más de 50 metros. Iniciamos un programa de ejercicio de baja carga, centrado en sentadillas asistidas, elevaciones de brazos y caminatas breves.

Tras seis semanas, recuperó 2 kg de masa muscular, duplicó su resistencia al esfuerzo y volvió a subir escaleras sin ayuda. El cambio más notable no fue solo físico: recuperó la confianza y la motivación para afrontar la siguiente fase de tratamiento.

Recomendaciones para empezar con seguridad

  • Consulta con tu oncólogo antes de iniciar un plan de ejercicio.
  • Busca un profesional especializado en ejercicio oncológico.
  • Empieza por ejercicios sencillos de fuerza 2 veces por semana.
  • Prioriza movimientos funcionales: levantarte, empujar, tirar, subir escaleras.
  • Escucha a tu cuerpo y progresa según tolerancia.

Conclusión

La pérdida de masa muscular no es solo una consecuencia estética del cáncer: es un indicador de salud funcional, pronóstico y calidad de vida. La buena noticia es que no es irreversible. Con ejercicio físico adaptado, apoyo nutricional y acompañamiento profesional, es posible mantener la fuerza, frenar el deterioro y recuperar tu autonomía.

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