Riesgos y precauciones clave
El diagnóstico de metástasis óseas suele venir acompañado de una palabra que genera miedo: fragilidad.
Y aunque es cierto que el hueso afectado pierde resistencia, eso no significa que haya que dejar de moverse. De hecho, el ejercicio físico, bien planificado, puede mejorar la fuerza, reducir el dolor y mantener la independencia funcional, sin aumentar el riesgo de fracturas.
El reto está en hacerlo de forma segura y adaptada.
Zonas de riesgo y movimientos a evitar
Las metástasis suelen localizarse con mayor frecuencia en la columna vertebral, pelvis, fémur y costillas.
Por eso, los ejercicios que generen compresión o torsión en estas zonas deben modificarse o evitarse.
❌ Evita:
- Saltos o impactos.
- Flexiones profundas de columna (como tocar el suelo o “crunch” abdominal clásico).
- Cargas en eje axial directo (peso sobre hombros o espalda).
✅ Prioriza:
- Ejercicios en posición estable (sentado, tumbado o con apoyos).
- Movimientos controlados sin dolor.
- Progresión lenta y guiada por un profesional especializado.
Dolor óseo: cuándo parar y consultar
El dolor leve o muscular post ejercicio es normal, pero el dolor punzante, localizado o persistente en un hueso concreto debe evaluarse.
Ante cualquier síntoma nuevo, suspende la actividad y consulta con el oncólogo o fisioterapeuta especializado en ejercicio oncológico.
Diseño del entrenamiento seguro
Entrenar con metástasis no se trata de “no hacer nada”, sino de hacer lo adecuado.
El objetivo es preservar la masa muscular, estimular el sistema óseo sin sobrecargarlo y mantener la capacidad funcional y la autoestima del paciente.
Fuerza “spine-sparing”: patrones y variantes seguras
El concepto spine-sparing hace referencia a proteger la columna evitando flexiones o rotaciones bruscas.
Algunos ejercicios útiles:
- Press de pecho con banda elástica o máquina guiada.
- Extensión de rodilla sentado (cuádriceps).
- Puente de glúteos corto, evitando arco lumbar.
- Remo con banda, con control postural.
💡 Consejo: utiliza resistencias elásticas, máquinas o poleas que guíen el movimiento y eviten sobrecargas inesperadas.
Aeróbico de bajo impacto: movimiento sin miedo
El ejercicio aeróbico mejora la fatiga, la circulación y la capacidad cardiorrespiratoria.
Opciones seguras:
- Bicicleta estática (si no hay metástasis en fémur).
- Caminata suave con bastones o en cinta de baja velocidad.
- Ejercicio acuático (con aprobación médica).
Frecuencia: 3–5 días/semana, entre 20 y 40 minutos por sesión.
Intensidad: moderada (RPE 5–6/10, poder hablar pero no cantar).
Equilibrio y postura para reducir caídas
Las metástasis óseas pueden alterar el equilibrio, aumentando el riesgo de caídas.
Incluye ejercicios como:
- Apoyos unipodales asistidos (una pierna).
- Caminata lateral con banda.
- Ejercicios de estabilidad sobre superficie firme.
- Trabajo de propiocepción en silla o con apoyo de pared.
El objetivo es mejorar la seguridad y confianza del paciente, no buscar rendimiento físico.
Selección de cargas y progresión
RPE y autoregulación
En oncología, la intensidad no se mide solo por peso, sino por esfuerzo percibido (RPE).
Usa una escala del 1 al 10:
- 4–6/10: rango seguro y efectivo.
- Evita llegar al fallo muscular o la sensación de “tirón óseo”.
Volumen mínimo efectivo
Menos es más.
Dos sesiones semanales de fuerza bien planificadas son suficientes para mantener tono muscular y funcionalidad.
Con el tiempo, se pueden añadir micro progresiones:
- Más repeticiones (sin aumentar carga).
- Mayor rango de movimiento.
- Mejor control postural y estabilidad.
Material recomendado
- Bandas elásticas: permiten graduar la carga sin impacto.
- Máquinas guiadas: ideales para control postural.
- Bastones o apoyos laterales: aumentan estabilidad.
- Esterilla antideslizante y silla firme: seguridad en casa.
Evita mancuernas pesadas o ejercicios de peso libre si no hay supervisión profesional.
Conclusión
Tener metástasis óseas no significa rendirse al reposo.
El movimiento seguro, adaptado y guiado por profesionales es una forma de preservar la fuerza, el equilibrio y la dignidad durante el proceso oncológico.
La clave no está en dejar de moverse, sino en moverse con criterio.
Porque incluso en los huesos más frágiles, el ejercicio sigue siendo medicina.


